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Pedro Caldrón de la Barca (Símbolo del siglo de Oro) |
La vida es un sueño me dijo Calderón de la Barca al despertar,
cuando ese instante había pasado,
desanduve caminos
con los espíritus de mis fantasmas familiares,
pernotando entre el claustro
de un amplio vestíbulo
circundado de corintias columnas,
por donde aparecían
en figuraciones dos
de mis hermanos mayores
con el aspecto de sus mozos años,
agraciados y luminosos,
en procesión peregrina
ante la presencia del viejo poeta.
-¿Cómo oh viejo poeta
surcas los senderos
de mis muertos
familiares?
Pregunté al poeta aletargado,
un espíritu aún más desgarbado
y anciano, muy conteste me dijo:
-Soñando también se vive,
pero no de los tontos sueños,
de aquellos que alguna vez pensantes
y que nunca se cumplieron,
fantaseados sobre tu escritorio
al pie de tu lámpara y ante el libro abierto,
¿Jamás pensaste que tu mente
hoy se viera agitada por los embates
de un Mundo en gestada perversión?
Preguntó el desvaído arcano
sentado junto al viejo poeta adormecido.
-Una vez escribí a mi madre:
Sueña con amaneceres de tu campo
y acaricia los días que vendrán…
replicqué al alucinante arcano;
un fuego centelleante incendió
su desgastado rostro,
prendiéndole como hoguera
el semblante, con los destellos
de su antigua soberbia.
Tal luminaría despertose
al viejo poeta hispano,
Y habló así el veterano bardo,
con la lúcida transparencia
de quién pone el Pan
y una botella de Vino sobre la mesa:
-¡Apártate antiguo espíritu!
Eres mentira, vanagloria y traición.
Pretendes igualarte a la luz
y no eres más que tinieblas.
¡Apártate arcano antiguo!
Piérdete en la madeja
de tu tiempo perdido, degenerado,
marchate encadenado
por las falanges Angélicas del Altísimo.
Entonces el antiguo arcano,
retorcido y lánguido
desapareció entre los entuertos
de una oscura senda,
mucho más allá y tras los umbrales
del vestíbulo que le servía de entorno
al ahora rejuvenecido poeta
en nuestro compartido sueño.
Para el viejo poeta no hay sueños incumplidos,
sino un inmenso paisaje por recorrer,
la juventud un tesoro inagotable
en sus recuerdos más sonoros.
Porque nunca soñó tanto un hombre
como el empedernido viejo poeta y soñador.
JLReyesMontiel.